Contra crónica de la Expo-Timo 8: Desnivel de Delicias

Desnivel de Delicias

Como el Rubén no quiere volver a la expo (le hemos dicho que se duche, que los perros y perras no se acordarán de él), nos hemos ido por los alrededores.

Otro efecto grandemente audaz y sostenible es la pasarela de las Delicias, la que va de la estación a la Almozara. Antes había que pasar una playa de vías, ahora un laberinto de carriles de autopista y miles de farolas.

Por algún sitio tenían que pasar las personas. Así que vas por una pasarela de última generación (o sea otro pincho), muy amplia y con bonitas vistas a las farolas y a solares lejanos. Para empezar ves a los abuelos que van haciendo eses, como eslalon de esquí. Dices: será para hacer juego con las telecabinas churrigueras de Aramón… Pero no, lo que pasa es que, con las prisas o las pocas perras, han puesto mal las tablas del suelo y ahora se rompen y aquello parece un campo de minas. Pero eso no es lo peor, (se arregla con unos clavos).

La estructura de esta pasarela a la moda (o sea otro pincho) es un mamotreto de acero y cemento con un mástil de 28 metros, y 48 pendolas (los cables) que sustentan el tablero que dicen que tiene 240 metros de largo y 7 metros de ancho. La cosa ha costado sólo 3,3 millones de euros (el pincho del Ebro ha costado 6,2).

Pues bueno, todo esto, todas esas anchuras que vas la mar de bien, una suave rampa para que puedan subir las sillas de ruedas (¡y los niños con las bicis!), un suelo de maderica de lujo, todas estas maravillas de la técnica… Y llegas al final y te encuentras para bajar con una escalera metálica, como de incendios, que ni debe cumplir la normativa, y dos ascensores como de comunidad de vecinos y estropeados). Alucinante.

¿Pero esto se va a quedar así? –decía la gente. ¿No lo van a continuar pa abajo? Total, que el Goyico había venido de Torrero con la bici y quería bajarla por el ascensor (y con el rotulador). Empieza a montar el escándalo y enseguida aparece otro guardia y se ponen a discutir. Y en estas que el Rubén ve que vienen a lo lejos los perros y perras del otro día (por todas partes hay papeleras), y que nos vayamos. Así que, al final, el Goyo que le da por la escalera con la rueda a una señora en la cabeza, se llevó la bronca, con razón, y el guardia que nos pedía la papela y con las prisas a poco acabamos todos estozolaos.

De todas formas ha sido un paseo instructivo. La pasarela es un mirador estupendo, con unas vistas muy edificantes. Son los antiguos y enormes terrenos de los talleres ferroviarios, los apartaderos, las playas de vías y la estación de mercancías de la Almozara, a los que hay que sumar, un poco más allá, los de la estación del Portillo. Todos eran terrenos públicos, más de un millón de metros, (de esos en los que se pueden hacer escuelas, bibliotecas, hospitales, residencias de abuelos, guarderías, centros culturales, campos de deportes… incluso parques y jardines), pues Renfe era una empresa pública.

Ahora son eso: 9 carriles de autopista y miles de farolas, señales, etc., algo de verde en los terraplenes, que no se pueden usar pa otra cosa, y poco más. Luego están todos los solares que quieren que sean semi-rascacielos de oficinas, hoteles, y miles de viviendas más. Todo de lujo. Tan de lujo que los solares los sacan a subasta, aunque hasta ahora no se los compran.

En esa enorme “pastilla” de terreno, casi tan grande como todo Ranillas, sin urbanizar en el centro de la ciudad, en la puerta de la gran estación, tendrían los albañiles trabajo para rato. Y se supone que hay una técnica, experiencia, saber colectivo, llamado urbanismo que pretende ordenar de  manera más o menos lógica la ciudad en función, claro, de las necesidades de sus habitantes. Pero también hay otra cosa que se llama especulación.

A este millón de metros cuadrados le llamaban la “cicatriz” de Delicias, una gran herida, un tajo que separaba los barrios desde el paso a nivel del camino de Madrid hasta el Ebro. Una herida que había que “coser” para unir los barrios, hacer ciudad, y otras palabritas de púlpito o enfermería. Pero no de urgencias. Así 10 años, desde tiempos de la Macetas.

Y de pronto el negocio está en la expo. Ahora sí urgentemente a ese tajo hay que hacerle cosidos y suturas a toda prisa para que estén presentables a la fecha programada. Y no por las necesidades de la ciudad, de los barrios de las Delicias, la Almozara, el Portillo, el Carmen, los que había que unir, enlazar, sino por el negocio que se trama al otro lado del río.

Aún querían más y se han ido a urbanizar también la huerta virgen del otro lado del río, a no dejar una rana viva y fundirlas en bronce. Nadie sabe cuándo tendrán vida estos barrios, cuándo tendrá vida el vacío. Bueno, esto decía la Carmencica que quiere ser arquitecta y siempre nos mete el rollo de la especulación.