Érase una vez…
…un país maravilloso donde todos eran felices. Tras años y años de sufrimientos y más, habían conseguido que por fin se pudiera votar. Y así salieron los encantadores de serpientes y trileros de todo tipo. Nos vendieron luces de colores, cielos en la tierra y cambiaron lo real por lo virtual. Todos somos iguales ante la ley, y todos podemos vivir como dios, decían una, otra y miles de veces, frotándose las manos.
La democracia era la FIESTA. Y el orgasmo. ¡Podíamos votar!
Por el camino empezaron los apagones. Las desigualdades, la pobreza, la miseria, los desahucios, la represión, las multas, las peticiones de cárcel, la cárcel, las muertes, los asesinatos laborales, los suicidios, los muertos por hepatitis, por desatención sanitaria, los recortes, desestructuración social y familiar, angustias, depresiones, violencia machista, despidos, paro, congelación salarial, salarios de mierda, la mendicidad, los sindicatos representativos vendidos, corrompidos; igual que sus hermanos mayores los políticos y los dioses que no están, ni se les ha visto, ni se les espera.
Esto es lo que hay. Ellos cada vez son más y más ricos, están encantados de conocerse y en la gloria. Nosotros, los trabajadores, cada vez somos más pobres, más infelices, malvivimos y los sufrimientos y los muertos siempre los ponemos nosotros.
Moraleja:
Despertar de los “realities”, del colchón mediático, de las luces de colores y de este largo cuento. Porque cada vez que votas pones un candado a la libertad. Porque cada vez que votas estás contribuyendo a tener un salario de mierda para ti y para tus hijos. Porque cada vez que votas alimentas a más parásitos y castas. Porque, en definitiva, cada vez que votas, pones un muro y una losa a ser feliz y a la vida.
NO VOTES.
ORGANÍZATE EN LA CNT Y A POR ELLOS.