[CNT-Zaragoza] La muerta digna, la muerte elegida

eutanasia_2_CNTEn el anterior artículo se explicaba la situación legal del derecho a la vida, derecho de titularidad estatal que como ya se dijo no podemos ejercer libremente.

Para entender las consecuencias directas de las disposiciones legales, y evitar la sensación de que las leyes viven en una esfera alejada de nuestras vidas, sirva el ejemplo de Andrea, niña que padece una grave enfermedad y cuyo caso ha abierto el debate sobre el derecho a la muerte digna.

La enfermedad neurodegenerativa que sufre Andrea implica la imposibilidad de su curación, hace un tiempo, una grave hemorragia interna empeoró su estado. Ante la petición de sus padres, que solicitaron una muerte digna para su hija, la respuesta por parte de las autoridades médicas ha sido, tras reclamaciones legales, por una parte la desconexión del sistema artificial que la alimentaba, y por otra, la administración de una mínima nutrición para que su cuerpo pueda asimilar una serie de sedantes que evitarán el sufrimiento hasta el inevitable desenlace.

Con este tipo de actuación, la dirección del hospital de Santiago de Compostela deja claro que aplica la ley española, pues morir con dignidad no es lo mismo que eutanasia, lo que aquí se entiende por morir con dignidad no es poner fin a una existencia de sufrimiento avocada a la muerte, sino evitar el dolor físico, hasta que la propia enfermedad lleve a la paciente a la situación de muerte natural.

Desde la postura de quien escribe estas líneas esta actuación deja clara la hipocresía de la actual legislación que, incapaz de actuar conscientemente y librar a una niña de un sufrimiento innecesario, se esconde tras el débil argumento de estar evitando su dolor mientras la grave enfermedad va caminando ante la pasividad de la sociedad. Y no nos engañemos, eliminar el dolor físico no es eliminar el sufrimiento. Pensemos en los padres que ven cómo se posterga la inevitable muerte de su hija, pensemos en todos sus seres queridos, que aun habiendo llegado al triste convencimiento de la muerte de la niña, no pueden poner fin cuanto antes a esta situación angustiosa y deben aguantar día tras día a la espera de que acabe este calvario. Pensemos por último en la propia niña, en un cuerpo condenado a morir y al que no se le aplica una media tan lógica y humana como sería realizar de una vez lo que más tarde va a acabar sucediendo. Pensemos en qué clase de dignidad existe en una niña a la que el estado deja agonizar en vez de realizar un acto de compasión y justicia. Y digo agonizar siendo consciente de su situación de sedación, porque resulta agónico un cuerpo sedado, postrado en una cama, un cuerpo que no disfruta, un cerebro bajo los efectos de las drogas que lejos de servir a su dueña para comunicarse con su familia o transmitir lo bueno que tiene esta vida, resiste día a día en un estado de letargo en el que simplemente existe.

Dignidad es ayudar al moribundo a encontrar su final cuando lo que la vida le depara no alcanza unos mínimos para poder hablar de vida. Nada hay de digna en una muerte que se prolonga y se prolonga ante la pasividad de la ley. Que no nos engañen con la terminología, muerte digna es muerte elegida, vivir significa poder elegir cuándo se quiere abandonar este mundo. Si existir es pensar, si la vida es conciencia de la propia existencia, esta niña se encuentra en un estado de no muerte ante la risa burlona de la sempiterna ley española.

Desde CNT Zaragoza no nos cansaremos de reivindicar el derecho a la vida en toda su extensión, lo que implica, como no puede ser de otra manera, el derecho a ponerle fin cuando determinadas situaciones de existencia no cumplan los mínimos para llamar vida a la vida. Lejos de utilizarte, Andrea, con ánimo político, esperamos que tu caso sirva para despertar conciencias y evitar que ni en el estado español, ni en ningún otro, un ser humano tenga que vivir en condiciones de infra vida sin que nadie pueda hacer nada por estar bajo la vigilancia de un estado que se hace dueño de nuestras existencias.

Con todo el respeto y todo el cariño sólo nos queda decirte: que la tierra te sea leve.

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